martes, 5 de abril de 2011

Una semana en el motor de un autobús...

Tras la despedida de Antonio llegaba una fecha muy importante y es que Carlos y yo habíamos quedado en Gdansk (Polonia) para hacer el viaje denominado "Una semana en el motor de un autobús".
Llegamos el 16 de febrero a Gdansk cada uno por su lado para encontrarnos en el Hostal, donde teníamos reservada una habitación para dos con una decoración un tanto peculiar..toda ella de deportes con una mesa de pin-pon dibujada, balones, bufandas de fútbol... Esa noche sólo pudimos pasear por el centro de la ciudad y comprobar que, aunque es muy pequeño su casco antiguo, es muy bonito sobre todo por sus casitas de colores, su iglesia y su río.
Al día siguiente nos levantamos pronto y nos fuimos rumbo a Varsovia en un trayecto de 5horillas. Allí se suponía que podríamos visitar algo antes de ir a Vilnius, pero no fue así..Estuvimos mareados de un lado para otro con las maletas hasta conseguir encontrar la estación de autobuses desde donde saldríamos a las siete de la tarde.
Tras horas y horas en el autobús llegamos a Vilnius (Lituania), dando gracias por el cambio de hora ya que en vez de llegar a las 5 de la mañana llegamos a las 6, por lo que tras comer algo e ir al baño llamé a Carla que muy amablemente nos había ofrecido su cama durante unas horas antes de comenzar a visitar la ciudad (parece que siempre nos va a acoger a Carlos y a mí, sea donde sea..jeje). Cogimos un taxi rumbo a su residencia que estaba lejísimos, con un frío horrible..Nos recibió con una gran sonrisa en la puerta con su pijamilla, tomamos un té y mientras ella se fue a las prácticas Carlos y yo nos quedamos en su cama durmiendo junto a una alemana ...La pobre alucinaría cuando abrió el ojo por la mañana... Al despertarnos fuimos al hotel a dejar las cosas y a empezar a visitar la ciudad. La verdad es que es una ciudad bonita aunque no se si realmente merece la pena pegarse tal palizón para verla...Los edificios todos muy reconstruidos, demasiado para mi gusto..aunque hay que decir que sus calles peatonales y su Catedral tienen mucho encanto...
Al día siguiente fuimos a un pueblo cercano llamado Tarkai que se encuentra rodeado por los lagos. Su mayor atracción turística son dos castillos que se encuentran cada uno en una isla diferente. Cuando llegamos estaba todo nevadísimo y el agua congelada, así que sólo pudimos visitar uno de ellos...y caminar por uno de los lagos..era enorme, cómo disfruto andando sobre las aguas siempre que puedo! Ese día comimos con Carla en el centro y nos tomamos algo por la ciudad, me gustó mucho verla después de tantos años...Después nos montamos de nuevo en el autobús y partimos hacia Varsovia.
A Varsovia llegamos prontísimo y muy cansados después de tanto tiempo de arriba para abajo...Nada más llegar estábamos en la estación de metro cuando nos vino un revisor que nos vio guiris pidiéndonos los billetes, por suerte los teníamos aunque el de Carlos no podía ser rebajado, aun así el hombrecillo dejó a un lado la multa para irse murmurando pro la estación con un brazo arriba.."Krakowie, Krakowie.." Nosotros como buenos españoles salimos cagando leches, no fuese que viniese con la receta..jejeje. Llegamos bien al hostal, que tenía una situación inmejorable en la plaza central del gueto. Pero era prontísimo (las 7 de la mañana) y la chica, como es lógico, nos dijo que no podíamos tener nuestra habitación preparada pero que descansásemos lo que fuse necesario..tras media hora en el sofa, queriendo morir la chica vino: "tengo una habitación libre, aunque no es la vuestra podéis ir ya si lo deseáis"..tras decirla gracias mil veces..llegamos y nos dormimos...Ese día nos lo tomamos con más tranquilidad, yo ya había visitado Varsovia y sabía lo que había que visitar, así que paseamos por la calle Nowy Smiat y alrededores, vimos la Catedral y la iglesia de Moscú pasados el río y volvimos al hostal muertos y con migraña...para variar un poco...Normal, en esos momentos llevaba entre autobuses y trenes 1966kilómetros en 4 días...
Nuestro última mañana en Varsovia era para visitar la parte del Gueto e ir tranquilamente hacia el tren que nos llevaría a Gdansk de nuevo, nuestro punto de partida... La vuelta fue algo traumática para Carlos y anecdótica para mí... en el tren no hay asientos reservados a no ser que vayas en primera, así que literalmente al llegar al tren es un "sálvese quien pueda". Me coloqué perfecta para entrar la segunda al vagó, pero al ver que estaba todo lleno en cuanto vi un sitio coloqué mis cosas mientras Carlos debía buscar otro para sus lindas posaderas si no queríamos andar compartiendo un sitio durante las 5 horas que duraba el trayecto (apuntemos 344kms más..). Carlos luchó por un sitio y lo consiguió, en un vagón oscuro lleno de polacos que le miraban fíjamente...empezado el viaje me fui a buscarle para darle el bollo de la merienda, cómicamente, además de lamentable, le vi abrazado a su abrigo, rígido y callado...Después volví para darle el billete de tren, él seguía en la misma posición...Parece que cuando encendieron la luz se relajó, aunque no lo suficiente porque al estar en la cafetería se empezó a preocupar por si llegaba y se encontraba sin sitio..jejeje...
Cuando llegamos a Gdansk estaba Radek, un amigo polaco erasmus en Bremen que nos esperaba para enseñarnos la ciudad. Vimos más o menos lo del primer día pero con explicaciones de un autóctono, además de unas cervecitas después.
A la mañana siguiente nos fuimos Carlos y yo a Sopot a visitar un pequeño pueblo que hay a sólo unos minutos de tren de Gdansk. Esperábamos ver un pueblecito con una calle bastante larga y bonita, además del muelle de madera más largo de Europa con 501metros adentrados en el mar. Pero nada de eso fue lo que nos impacto, sino ver el Mar Báltico con su playa nevada y sus aguas totalmente congeladas. Jamás me había imaginado que un mar se pudiese congelar así. fue increíble verlo.
Por la tarde estuvimos con algunos amigos de Carlos de Bremen que habían estado de ruta como nosotros y salimos por la noche un rato (para variar perdí mi gorro, mis orejeras..el móvil no, que ese ya se quedó en Lituania..). En la noche Polaca vi muchas cosas que ya he vivido en Kraków, aunque sin duda creo que nadie pudo no soprenderse del puterío que había por una botella de Vodka...Esas imágenes quedarán siempre en mi retina...
El último día del viaje lo pasamos Carlos y yo paseando por el centro viendo una imagen también algo extraña...había un montón de pescadores en el río haciendo agujeros con hachas y brocas gigantes. Fue muy curioso la verdad...
Por la tarde cogimos el vuelo de vuelta a casa, eso si...de Bremen.

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